(fotos de Juantxu Rodríguez)
El gris es un todo,
allí de donde vengo.
El gris del cielo, gris de las nubes,
amenazando con fría lluvia gris.
El gris del asfalto, gris de los charcos,
húmedo deambular en gris.
Incluso aquello que no es gris,
torna aquí de ese color:
tejados rojos tiznados de gris,
paredes blancas encaladas de gris,
árboles mustios de clorofila gris,
y sus habitantes, mis prójimos,
organismos grises unicelulares,
bacterias de epidermis gris
en su irrelevante grisura.
Gris hollín, gris metal,
tristeza, industria y hormigón,
pesaroso gris de ausencia,
cobijados bajo un manto gris.
¡Luz gris que alumbra un sol oscuro!
—opaco, mate, velado y gris—,
falso fulgor gris de perla cultivada,
de gris cemento, gris lamento,
donde posar tu cálamo gris,
tu mediocre y plomiza voz,
desagüe de expurgos grises,
de insoportable y patético gris:
estos daguerrotipos borrosos
y grismente atropellados.
Gris cinéreo, agua estancada,
transparente líquido gris,
invisible gris, insalvable gris,
perpetuo… ¡gris Sestao!
Y pátina/ fotografía gris
—Juantxu Rodríguez, amén—,
gris de azogue, aluminizado,
doloroso y metalúrgico,
gris de espejo esmerilado.
Vulgar gris, de escritorio de Windows,
esta gris condena, este gris teclado,
la noche desangrándose en gris;
y esta aparente fortaleza, gris lobo,
fingido gris acero de bajo aleado.
¿Y nuestra mirada esquiva de cobardes?
Mil, un millón de veces gris,
ojos entrecerrados por el humo gris,
por la polución de la más siniestra,
altanera, tonta y gris de las refinerías.
Minúsculo y deprimente gris,
adhesivo
y aborrecible gris,
hundiéndome
en el gris,
encorvándome
en el gris,
más y
más, griseando ad infinitum
(corazón
tan gris;
ya marengo,
casi negro).
Porque el gris no es un color,
es la ausencia del mismo:
el color de la suciedad,
el color que oculta,
que encenaga y que corrompe,
que encierra y reduce al resto,
que los oscurece,
que los anula,
el color del desánimo,
el color bajo el légamo,
el color tras la angustia,
el color del fin del mundo.
El gris es un estado de ánimo.
El gris prevalece.
.
