Las
historias de amor se levantan
sobre
mitologías compartidas.
Como
el relicario de plata
o
la gota amarilla de ámbar,
somos
un sumatorio de recuerdos
embellecido
por el tiempo.
Pero
nuestro tiempo fue tan breve
que
hasta ese recurso se nos negó.
Nosotros
no construimos mitologías,
sino
anécdotas.
Nunca
poseímos proyecto, sino discurso.
Nos
creímos, quizá, un otoño frondoso
y
fuimos un minuto de una hora
de
una semana perdida de octubre.
.