El rencor es inmortal.
El rencor es una garantía de memoria,
de continuidad.
El rencor es patrimonio.
El rencor es la certeza
del fracaso del perdón.
El rencor es fuego frío,
fuerza que impele
y doctrina política.
El amor también es rencor.
Incluso hemos inventado una palabra
—“inmarcesible” (que no se puede
marchitar)—
para poder definir al rencor.
El rencor como manto freático.
El rencor como movimiento perpetuo
de la polea del alma.
Desconfía, hijo mío, de aquellos
que niegan arrastrar algún rencor.
Mienten.
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