Me gusta la palabra amalgama porque tiene
muchas aes;
la palabra albur porque es sinónimo de
vida;
la
palabra inmarcesible porque sirve para definir todo rencor;
la
palabra lamentable porque resulta útil en muchas ocasiones.
Me gusta la
palabra oxímoron porque testimonia la hipocresía;
la
palabra hipocorístico porque corrige crímenes nominales;
la
palabra librería porque la presiento llena de libros y de olor;
la
palabra ininteligibilidad porque resulta paradójicamente ininteligible.
Me gusta la palabra lucidez porque es
luminosa y ofrece esperanza;
la
palabra desvalido porque me incita ternura y compasión;
la
palabra acercanza porque deseo que perdure (y su significado);
la
palabra evocar porque implica el regreso
de buenos recuerdos.
Me gusta la
palabra absurdidad porque constituye la única ciencia exacta;
la
palabra expurgo porque entiendo la escritura como una limpieza;
la
palabra marginalidad porque incluye desobediencia y virtud;
la
palabra tristeza porque atesora cierto color apagado y gris, hermoso.
Me gusta la palabra amor porque
—parcialmente— nos resarce de la muerte;
la
palabra calorcito porque sólo pronunciarla proporciona calor;
la
palabra nistagmo porque relampaguea en tus ojos nerviosos;
la
palabra serendipia porque siempre, siempre… me traslada a ti.
Me gusta la palabra rielante,
esmeril,
hojaldrado,
inasible, coriáceo, alabear,
inane,
auspicio,
melancolía, ponderar,
murmullo,
fulgor, dipsómano,
malabarismo, inerme,
retintín,
nasogeniano, trémulo,
pezón,
estalactita…
Me gusta la palabra silencio porque
prevalece sobre todas.
.
A mi me ha gustado mucho el post que has subido, un canto a la vida y a vivir de forma más animada, un saludo
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