Las palabras
son seres vivos...
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No escuchándose más soniquete que el lene frufrú de su enlutada casulla, el
chantre, de luctuosa catadura, alcanzó el cenotafio rompiendo la inmarcesible
calígine. De seguida, una mancuerna de ruanos de albarda, pericialmente
impelidos por un cochero de riguroso redingote y semblante ebúrneo, arribaron
con el plaustro negrestino que contenía el féretro vacante, la ringlera de
dolientes perdiéndose hasta el horizonte tras de sí. Un céfiro indolente y abúlico
como un diapasón asmático parecía ulular en duelo, nimbando de cinérea pátina con
su vesánico arrullo la estantigua de rostros apergaminados...«
Allá en el origen, en el
monasterio de Suso, rescoldos de un diccionario agonizante, vocablos fósiles, despedían
con hondo pesar a una palabra perdida para siempre. Lloraban sinceramente esas palabras
moribundas por el desuso, sollozando quedamente de pena, berreando de rabia, lágrimas
grises de tinta sobre el papel.
Qué palabra sería, se
lamentaban, qué compañera, que tanto los libros como ellas habían olvidado...
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Este microrrelato fue seleccionado y publicado dentro del I Certamen de Relato Hiperbreve "Camino de la Lengua Castellana" en el año 2009.
http://www.caminodelalengua.com/intranet/publicaciones/pub39.pdf
Esta entrada es más que buena, David. Me encanta.
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