Miedo y pánico






Confesaré: algunas noches la escarcha de seguridad
de mi armadura se desmorona. Ocurre que la oscuridad
y el silencio dejan paso al angustioso/neurótico/hipocondríaco
que, para mi desdicha, también soy. Entonces, depresivo-maníaco
me observo desde el techo en tercera persona, escudriñándome
a mí mismo sobre la cama fúnebre, como a un personaje, examinándome
como si yo no fuera yo, sino aquel lejano ser absurdo y lastimero
que solloza quedamente, invadido de miedos, congestionado de pánicos…


1.

Miedo a teléfonos que no cesan de gritar,
pánico al auricular vomitando noticias-arañas.

Miedo a los albures, a la mala suerte,
pánico a ser absorbido por la esponja de la estadística.

Miedo a la aventura y la incertidumbre
pánico a saberse tan irremediablemente cobarde.

Miedo al sufrimiento de los seres amados,
pánico a tornar en el endriago que les infringe ese daño.

Miedo al miedo de sentir tanto miedo,
pánico a las uñas y los dientes de la noche…


2.
(Y cómo no, también, de la rabia…)

Miedo a la mierda de mundo que le ciñe,
pánico al desamparo de reconocerse sociedad.

Miedo al hambre que otros conocen,
pánico a la pobreza de llegar a amar el dinero.

Miedo a guarismos de hielo en pantallas de ordenador,
pánico a máquinas diseñadas por hombres que piensan como máquinas.

Miedo a los buitres y su codicia,
pánico a la estupidez y su absoluto.

Miedo al dolor, sobre todo al dolor, al inextinguible dolor,
pánico a que como una infección le atrape la indolencia…


3.
(A lo que de la memoria emanan nuevos miedos…)

Miedo al rencor y a la ficción del olvido,
pánico a la insensatez del acto de respirar.

Miedo al amor y sus rastrojos,
pánico a la promesa de infelicidad.

Miedo a una existencia de liquen,
pánico a nuestro segundo alheñado.

Miedo a dejar de «Ser» el día que rompa a llorar,
pánico al caudal sin la esperanza de la droga.

Miedo al duelo por lo perdido,
pánico al mugriento suburbio de tu corazón…


4.
(Así, pues, por tanto, miedo a todo…)

Miedo a mañana,
pánico a pasado mañana.

Miedo a la decrepitud, a la enfermedad, a la vejez
pánico a la nuncanada alternativa.

Miedo a la pregunta impenetrable,
pánico a la respuesta inconcusa.

Miedo a que nadie le sobreviva,
pánico a sobrevivir a los propios dioses.

Miedo a la muerte como fenómeno,
pánico a las religiones que afirman haber algo más…


5.
(En resumen, vaya, esto es…)

Miedo a vivir,
pánico a tener que volver a hacerlo.













1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho, estoy convencido de que a Carver también le hubiera encantado. Felicidades!!!

    ResponderEliminar