Radio Dos





02:00 a.m.
El locutor rompía la noche con su voz grave. Ella, insomne, le escuchaba desde la cama.
03:00 a.m.
Él ahuecaba la voz, susurrándole al micrófono palabras tiernas. Ella se dejaba arropar por sus mensajes noctámbulos.
04:00 a.m.
Él, desde la pequeña emisora, alcanzaba a ver la luz de su ventana. Ella, bajo las sábanas, se preguntaba si ningún otro oyente sentiría ese tremor de emoción.
(…)

Él no; él sabía que la cobertura de su señal sólo llegaba hasta su casa.





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