Bando







Grisalla quejumbrosa,
palanganeros del poder,
hombres y mujeres de cartón;
en fin, individuos varios.


Por la presente hago saber
que mis opiniones no están en venta.
No negocio con ellas,
no especulo ni hago descuentos;
tampoco regateo con la vehemencia 
con que me pueda apetecer 
expresarlas.


Mi asco es mío,
también mi libertad.


Por tanto no me pidáis 
que repita eslóganes,
que alabe falsos dioses,
que me autocensure 
o ensalce trajes nuevos
del emperador.


No lo haré,
he elegido bando.
Mi espíritu crítico 
no es materia de mercadeo.


Así, tibios del mundo,
fingidos hipersensibles,
fariseos de la urbanidad,
¡dejadme todos en paz!


Huid por favor de los conflictos, 
no sea que no tengáis razón.
Buscad arrullo en la mayoría,
en el calor blandito de las multitudes,
en el fascismo de la ultracorrección política,
en ese aburguesamiento mental
tan vuestro.


También, os pido, 
encontrad una pareja,
una que jamás cuestione vuestros dogmas,
apologetas domésticos de vosotros mismos,
¡feliz dupla del pensamiento único!,
¡educados y dichosos vegetales!


Y morid ambos bien muertos
del aburrimiento.



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